-¿De verdad creías que no iba a darme cuenta de que nos seguías?-me preguntó con una sonrisa maliciosa.
La miré a los ojos, unos ojos hazel que por el día mostraban a una chica tierna y dulce que por la noche se transformaba en una de las asesinas más buscadas de Reino Unido.
-¿Te comió la lengua el gato? ¿No vas a contestarme?-me volvió a preguntar mientras movía la navaja nerviosamente.
Erin era una adolescente de diecinueve años, de una familia rica que la unían a lazos sanguíneos con criminales muy importantes de los que formaba parte. Era alta, delgada y, lo más importante, una chica rápida y ágil, algo que no podía decirse de mí, pero uno de sus puntos débiles era la impaciencia y en este momento, la impaciencia estaba a mi favor.
-Pronto mi familia nos rodeara y la peor parada serás tú. Lo sabes, ¿verdad?-me comentó sonriendo.
Hice una mueca, debía admitir que era una criminal sarcástica y con recursos.
Miré hacia todos lados, iba a necesitar algún objeto como arma para poder defenderme de ella. En una esquina vi relucir un objeto puntiaguago y metálico, me lancé hacia él y lo coloqué entre mis manos antes de que Erin reaccionara. Erin abrió los ojos alterada y se lanzó hacia mí con la navaja en lo alto. Esquivé todos y cada uno de los golpes que Erin lanzaba hacia mi cuerpo hasta que vi la oportunidad de herirla. Mi ventaja en el campo de batalla eran mis sentidos y mis reflejos, mi padre siempre me decía que era tan peligrosa como un guepardo y tan sensitiva como una gacela. Él fue el único que me apoyó en mi idea de formar parte de la policía secreta del país y ahora estaba muerto por culpa de la familia de Erin. Erin grunó cuando un hilillo de sangre comenzó a correr desde la parte superior de su muslo por su pierna, me miró con rabia y se lanzó hacia mí, provocando que perdiera el equilibrio y ambas cayéramos al suelo.
-Imbécil-me susurró mientras me daba un puñetazo en la boca.
Mi cabeza rebotó contra el suelo por el golpe y un hilo de sangre comenzó a correr por mi boca mientras el golpe en la cabeza me dejaba atontada en el suelo. Erin quiso clavarme la navaja en el estómago pero antes de que pudiera hacerla la detuve y opuse resistencia hasta que la navaja terminó en el suelo y yo me encontraba sobre Erin en el suelo.
-¡Suéltame!-gritó mientras mis puños se estampaban contra su cuerpo sin medir mi fuerza.
A lo lejos oí los chirridos de unas ruedas al frenar. Levanté la vista y decidí que había terminado con ella por ahora. La miré fijamente y sonreí perversamente
-Esto
aún no ha acabado, ha sido solo el comienzo de tu pesadilla-la susurré y
me levanté del suel para salir corriendo de allí y ponerme a salvo
antes de que cualquiera de su familia me captu
Hace dos días
prometí sobre la tumba de mi padre que iba a hacerles pagar a todos su
muerte y no iba a descansar en paz hasta conseguirlo."
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