Hay ocasiones en las que notas que no puedes más, estás cansada de
todo. Estás cansada de sentirte pequeña, cansada de ser la secundona, la
persona a la que no acuden a caso de que la otra les falle; cansada de
pensar que todo lo que haces está mal, cansada de sentirte inútil,
cansada de sentirte despreciable.
Si eso no os ha pasado nunca he
de felicitaros porque a mí me pasa y la verdad, es una mierda. Es un
asco sentirte así por el mero hecho de pensar que otras personas son
mejores que tú. Sí, habrá en algunas cosas que destacarán más que tú
pero también destacas tú mismo en otras. No necesitamos ser iguales para
sentirnos queridos, es más, no me canso de repetir que la perfección
aburre y que si todos fuéramos iguales significaría que ya no hay
imperfecciones en el mundo cuando esas imperfecciones son increíbles
para otros.
Puede que no te guste tu cuerpo cuando otra persona,
en silencio, lo envidia; puede que la música que compones o las
historias que escribes no sean queridas por todos pero si lo serán para
otros, puede que tus pinturas solo destaquen entre un grupo determinado
de personas pero destacan; puede que tu ropa sea adorada por muchos.
Puede que no te guste tu forma de ver las cosas o tu forma de verte a ti
misma pero, en cambio, otros la alaben, puede que ese lunar que tanto
aborreces en la espalda sea algo que una persona no olvide de ti, puede que esa sonrisa que, según tú, es imperfecta, alegre
a algunas personas nada más verlas, puede que con tan solo abrir la
boca y escuchar tus palabras algunos se emociones e incluso te aplaudan.
No deberíamos juzgarnos a nosotros mismos, no tan duramente. Hay
momentos en el que nos equivocamos, no somos perfectos, pero en esos
momentos habrá personas que nos entenderán y es en ellos cuando nos
damos cuenta de quién vale la pena en realidad. A veces nos juzgamos a
nosotros mismos sin darnos cuenta de que lo que otras personas ven les
agrada y que por algo están con nosotros, ¿no? A veces, deberíamos
pensar en lo que nos hace bien y nos hace mal e, en el caso de que
seamos nosotros mismo lo que nos provoque esas inseguridades, intentar arreglarlo.
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