sábado, 29 de marzo de 2014

"Sentí el cañón frío de la pistola sobre mi sien, me habían atrapado, había llegado la hora de despedirse de este cruel mundo.
-Al final te atrapamos, Jess-afirmó Bradley con una sonrisa.
Brad llevaba meses persiguiéndome, era la culpable de que su mercancía no llegara a su destino o bien por la policía o porque el conductor de dicho camión sufría algún tipo de percance del cual yo era la principal culpable.
Arqueé una ceja, ¿de verdad creía que había conseguido atraparme él solo, sin ningún tipo de ayuda? Me reí en mi fuero interno, Bradley seguía siendo el mismo chico inocente de siempre, el mismo que había sido mi mejor añigo cuando éramos pequeños y el mismo que cambió de vida después de que su hermano mayor muriera en medio de un tiroteo entre narcotraficantes y decidiera unirse a su bando.
-¿Ya eres feliz?-le pregunté irónicamente.
Bradley me miró enfurecido y me golpeó en la cabeza sin importarle la estrecha relación que habíamos mantenido y lo importante que fui para él y para su hermano.
-¿Te sientes mejor al pegarme?-le comenté mientras me limpiaba el hilillo de sangre que comenzaba a caer por mi nariz.
Bradley se detuvo un momento y pude ver la mirada que me transmitía dulzura y añoranza, la cual había muerto hace tres años. A los segundos negó con la cabeza y se acercó hacia mí, con el cañón de la pistola mirando hacia el suelo. Mientras él se acercaba hacia mí, yo me alejaba, intentando huir.
-¿Me tienes miedo?-se rió Bradley.
Le miré mal. Si supiera que hacia todo esto para ganar tiempo en vez de por tenerle miedo, otro gallo cantaría.
Bradley se paró frente a mí cuando noté sobre mi espalda descubierta el frío material de la pared.
-Ahora no tienes por dónde escapar, por fin no tienes salida-me susurró antes de comenzar a golpearme en el estómago.
Aguanté todos y cada uno de los golpes preguntándome qué le había hecho para que sintiera ese rencor hacia mí.
-¡Esto es por haberte fijado en mi hermano mayor en vez de en mí, por haberle preferido a él antes que a tu mejor amigo, por haberte fijado en alguien atractivo y no en alguien como yo!-me gritó mientras me cogía del pelo y me levantaba a la fuerza del suelo.
Así que era eso, celos. Todo este tiempo atrás, desde que comencé a salir con su hermano, Bradley me había tratado fríamente por su hermano y no por su muerte.
-Todo este tiempo... desde que tu hermano murió..., ¿me has tratado así por no haberte elegido a ti en vez de por su muerte?-le pregunté entre bocanadas de aire.
Bradley me miró con un brillo especial en sus ojos, un brillo que pude identificar como rabia.
-Sabía que mi hermano iba a morir, había planeado todo para que muriera, estaba dentro del narcotráfico antes de que tú y mi estúpido hermano os dierais cuenta y quisierais ayudarme-me contestó mirándome con una sonrisa suficiente, sabiendo que aquella respuesta me iba a doler.
Y, en efecto, esa respuesta me dolió pero me bastó para sacar la fuerza que estaba conteniendo en mi interior y vengarme. Conseguí deshacerme del agarre de Bradley y encajarle un puñetazo en la nariz, haciendo que se tambaleara y pudiera ganar unos segundos de ventaja. Corrí hacia la puerta, estaba herida y no sabía con seguridad si podría reducirle por lo que preferí escapar y esperar a que la policía llegara pero, antes de que llegara a la puerta, noté como algo rozaba mi muslo derecho y hacia que me cayera al suelo y me retorciera de dolor, una bala había alcanzado mi pierna y seguía dentro de ella. La sangre comenzó a brotar rápidamente y no tenía intención de parar.
-Podrás correr todo lo que quieras, golpearme pero nunca serás lo suficientemente fuerte para vencerme-me susurró Bradley desde mi espalda.
Me giré rápidamente, en acción a un impulso, y le encajé una patada en el hombro derecho consiguiendo que la pistola saliera volando y terminara cerca de donde me encontraba. Me arrastré hacia ella y la cogí entre mis manos al mismo tiempo que le apuntaba a la cabeza con ella. Las lágrimas comenzaron a amontonarse en las cuencas de mis ojos, no quería matarle pero él había llevado esto a esta situación.
-Adelante, hazlo-me dijo mientras colocaba las manos en su nuca.
Y, antes de que pudiera decir otra cosa, le disparé hasta que el cargador se quedó sin balas y el cuerpo de Bradley se desangró totalmente. Las lágrimas comenzaron a correr fugazmente por mi cara y mi cuerpo se derrumbó en el suelo al mismo tiempo que la policía llegaba al almacén.
-Todo ha terminado, mi amor, todo, por fin podrás descansar en paz-susurré débilmente antes de caer en un profundo sueño. Un profundo sueño del cual nunca despertaría."


sábado, 22 de marzo de 2014

"Mis pies siguieron el eco de los sonidos de las pisadas que se oían a través de Baker Street. Me detuvo al oír como la conversación cesaba y cada una de las personas tomaba su rumbo. Miré a ambas direcciones y, finalmente, seguí a Erin, la única con la que podría enfrentarme en igualdad de condiciones. La seguí silenciosamente hasta que en Marylebone Road se giró bruscamente y me apuntó con una navaja. Retrocedí un par de pasos y mis sentidos inmediatamente se pusieron a la defensiva.
-¿De verdad creías que no iba a darme cuenta de que nos seguías?-me preguntó con una sonrisa maliciosa.
La miré a los ojos, unos ojos hazel que por el día mostraban a una chica tierna y dulce que por la noche se transformaba en una de las asesinas más buscadas de Reino Unido.
-¿Te comió la lengua el gato? ¿No vas a contestarme?-me volvió a preguntar mientras movía la navaja nerviosamente.
Erin era una adolescente de diecinueve años, de una  familia rica que la unían a lazos sanguíneos con criminales muy importantes de los que formaba parte. Era alta, delgada y, lo más importante, una chica rápida y ágil, algo que no podía decirse de mí, pero uno de sus puntos débiles era la impaciencia y en este momento, la impaciencia estaba a mi favor.
-Pronto mi familia nos rodeara y la peor parada serás tú. Lo sabes, ¿verdad?-me comentó sonriendo.
Hice una mueca, debía admitir que era una criminal sarcástica y con recursos.
Miré hacia todos lados, iba a necesitar algún objeto como arma para poder defenderme de ella. En una esquina vi relucir un objeto puntiaguago y metálico, me lancé hacia él y lo coloqué entre mis manos antes de que Erin reaccionara. Erin abrió los ojos alterada y se lanzó hacia mí con la navaja en lo alto. Esquivé todos y cada uno de los golpes que Erin lanzaba hacia mi cuerpo hasta que vi la oportunidad de herirla. Mi ventaja en el campo de batalla eran mis sentidos y mis reflejos, mi padre siempre me decía que era tan peligrosa como un guepardo y tan sensitiva como una gacela. Él fue el único que me apoyó en mi idea de formar parte de la policía secreta del país y ahora estaba muerto por culpa de la familia de Erin. Erin grunó cuando un hilillo de sangre comenzó a correr desde la parte superior de su muslo por su pierna, me miró con rabia y se lanzó hacia mí, provocando que perdiera el equilibrio y ambas cayéramos al suelo.
-Imbécil-me susurró mientras me daba un puñetazo en la boca.
Mi cabeza rebotó contra el suelo por el golpe y un hilo de sangre comenzó a correr por mi boca mientras el golpe en la cabeza me dejaba atontada en el suelo. Erin quiso clavarme la navaja en el estómago pero antes de que pudiera hacerla la detuve y opuse resistencia hasta que la navaja terminó en el suelo y yo me encontraba sobre Erin en el suelo.
-¡Suéltame!-gritó mientras mis puños se estampaban contra su cuerpo sin medir mi fuerza.
A lo lejos oí los chirridos de unas ruedas al frenar. Levanté la vista y decidí que había terminado con ella por ahora. La miré fijamente y sonreí perversamente
 -Esto aún no ha acabado, ha sido solo el comienzo de tu pesadilla-la susurré y me levanté del suel para salir corriendo de allí y ponerme a salvo antes de que cualquiera de su familia me captu
Hace dos días prometí sobre la tumba de mi padre que iba a hacerles pagar a todos su muerte y no iba a descansar en paz hasta conseguirlo."

domingo, 16 de marzo de 2014

Amor propio

Hay ocasiones en las que notas que no puedes más, estás cansada de todo. Estás cansada de sentirte pequeña, cansada de ser la secundona, la persona a la que no acuden a caso de que la otra les falle; cansada de pensar que todo lo que haces está mal, cansada de sentirte inútil, cansada de sentirte despreciable.
Si eso no os ha pasado nunca he de felicitaros porque a mí me pasa y la verdad, es una mierda. Es un asco sentirte así por el mero hecho de pensar que otras personas son mejores que tú. Sí, habrá en algunas cosas que destacarán más que tú pero también destacas tú mismo en otras. No necesitamos ser iguales para sentirnos queridos, es más, no me canso de repetir que la perfección aburre y que si todos fuéramos iguales significaría que ya no hay imperfecciones en el mundo cuando esas imperfecciones son increíbles para otros.
Puede que no te guste tu cuerpo cuando otra persona, en silencio, lo envidia; puede que la música que compones o las historias que escribes no sean queridas por todos pero si lo serán para otros, puede que tus pinturas solo destaquen entre un grupo determinado de personas pero destacan; puede que tu ropa sea adorada por muchos. Puede que no te guste tu forma de ver las cosas o tu forma de verte a ti misma pero, en cambio, otros la alaben, puede que ese lunar que tanto aborreces en la espalda sea algo que una persona no olvide de ti, puede que esa sonrisa que, según tú, es imperfecta, alegre a algunas personas nada más verlas, puede que con tan solo abrir la boca y escuchar tus palabras algunos se emociones e incluso te aplaudan.
No deberíamos juzgarnos a nosotros mismos, no tan duramente. Hay momentos en el que nos equivocamos, no somos perfectos, pero en esos momentos habrá personas que nos entenderán y es en ellos cuando nos damos cuenta de quién vale la pena en realidad. A veces nos juzgamos a nosotros mismos sin darnos cuenta de que lo que otras personas ven les agrada y que por algo están con nosotros, ¿no? A veces, deberíamos pensar en lo que nos hace bien y nos hace mal e, en el caso de que seamos nosotros mismo lo que nos provoque esas inseguridades, intentar arreglarlo.

viernes, 14 de marzo de 2014

Stop and stare.

Hace bastante tiempo que no me digno a subir una simple entrada o un pequeño comentario aquí , mi vía de escape, pero simplemente no tenía la cabeza para escribir y decidí dejar de hacerlo unos días y hacer otras cosas y, bien, esas cosas fueron pensar en mí y lo que me rodea. Soy la típica chica que se pregunta el por qué a todo y que sin él no le encuentra sentido a nada. Sí, puede parecer estúpido pero para mi sentido común nada se hace porque sí, nada se da gratis, nada. A veces he oído el típico comentario "Lo hace porque la quiere" o "Le apetece hacerlo" y me miran como si fuera un bicho raro por buscarle sentido a todo. Bueno, esos dos comentarios tienen la respuesta que busco pero, en ocasiones, hacemos cosas que no tienen ningún motivo o explicación con las cuales sufrimos.
Sinceramente, el sufrimiento es una sensación abstracta y relativa. Sí, relativa ya que cada uno se busca su propio sufrimiento. Si sufres por un chico lo haces porque te has fijado en él y no quieres quitártelo de la cabeza, en cambio, si lo haces por una enfermedad que padeces es algo que no puedes evitar. Pero, como todo, el sufrimiento acabar en el momento en el que lo decidas por ti mismo.
Estas semanas he estado pensando sobre lo que ocurría a mi alrededor y cómo me sentía y llegué a la conclusión de que, en el fondo, me siento vacía en el sentido psicológicos. Me siento vacía porque siento como si no fuera lo suficiente para las personas que me rodean, porque siento que haciendo lo que me gusta hay gente que siempre va a brillar más que yo, porque siento que tendría que valorarme más pero no lo hago. En definitiva, me siento vacía porque llevo unas semanas en las que no soy yo. No soy la chica risueña y alegre, no soy la persona que se picaba cada dos por tres y se reía, no soy aquella muchacha que le gustaba dar mimos, ahora me los tienen que dar a mí para que yo los de. Hay cosas en mí que han cambiado y han cambiado por la forma en la que veo las cosas y, más importante, por cómo me veo a mí misma.
Son cosas que tengo que cambiar, lo sé, pero por más que la gente o mis amigos me digan que tengo que hacerlo no puedo. Es algo que tiene que salir de mí, algo que va a salir muy pronto porque estoy cansada de estar así. Estoy cansada de ser una persona con cambios de humor cada dos por tres, estoy cansada de no soportar a las parejas, estoy cansada de no ser yo y, sobre todo, esto cansada de sentirme vací.
Por eso, en algunos momentos, necesito parar y observar como ahora.