lunes, 21 de abril de 2014

Complejos.

Hacía bastante tiempo que no volvía a abrir el blog y me dignaba a escribir, hacía bastante tiempo que no escribía nada, ni siquiera cosas sin sentido.
No sé que me ha pasado, las últimas semanas me han trastocado y de alguna forma extraña he cambiado, me he comportado como una persona que en realidad no soy ni me gusta. Sé que lo que he hecho no tiene vuelta atrás pero me arrepiento y no lo volveré a hacer aunque lo que puedo asegurar es que mi intención no era esa.
Hacía semanas que mis complejos había disminuido pero, ahora mismo, han vuelto para quedarse. Después de lo que me ha pasado siento que soy una mierda y que no merezco la compañía de nadie, ni siquiera de los animales. Siento que no soy suficiente para nadie y que no merezco que me hablen o me presten atención. Siento que no soy suficiente ni fisica ni moralmente.
Me siento mal.
Sentirme mal físicamente no es nuevo ni preocupante, pienso que en realidad a ninguno nos gusta nuestro físico en su totalidad y que siempre cambiaríamos algo de él aunque fuera el mínimo detalle pero lo mío, en este momento, va a más, me siento mal como persona.
¿El por qué de esto? Todo lo que me ha pasado a lo largo de las últimas semanas.
No sé qué hacer para salir de esto, seguramente sea el día y mañana me encuentre sonriendo pero ahora mismo no me encuentro bien y lo único que quiero es desaparecer bajo el calor de mis sábanas, el único lugar donde me encuentro segura y a salvo.
Sé que seguramente esté exagerando en estos momentos, no todo es tan malo, pero me siento así y no hay nada en este instante que me haga levantar la cabeza, lo que quiero es estar sola.
Y bueno, esto es lo que hacen los complejos en mí.

lunes, 7 de abril de 2014

Rayadas.

Posiblemente me merezca encontrarme en la situación en la que me encuentro, posiblemente me merezca que las lágrimas se acumulen en las cuencas de mis ojos con ganas de salir de ellos pero nunca fue algo meditado, nunca quise que esto pasara. Es más, nunca pensé que pasaría. A veces las cosas se dan por un por qué, en cambio, otras pasan porque el destino lo quiere o porque la situación lo requiere. Y bien, en esta ocasión no hay un por qué, simplemente pasó y me encantó.
El momento llegó, debería confiar en él y dejar que las cosas sucedan como hace todo el mundo pero, en mi caso, todo es un poquito más difícil. Hay miles de dudas en mi cabeza que hacen que quiera correr a mi habitación, tumbarme en mi cama y hacerme una bolita para poder desaparecer. Sé, con certeza, que esta noche me iré a dormir y lo primero que haré será llorar, desahogarme con mi querida almohada que debe estar hasta los cojones de mí pero es la que siempre está para todo, sin importarle mi cara roja apoyada en ella o la marca, en ocasiones, del rímel en ella.
No os voy a mentir, tengo miedo, mucho miedo. Miedo de que llegue alguien, me encandilé con sus mimos y su palabras, tenga mis sentimientos entre sus manos y los rompa en mil pedazos. Miedo de que me ocurra como a mis amigas que después de una bonita relación acaben destrozadas por el dolor que les causa haber perdido al chico o a la chica que querían. Sé que soportaría esa situación, todos lo hacemos al fin y al cabo, pero tengo miedo de que en mi interior se descomponga algo que aún no lo ha hecho aunque fuera a duras penas y ese algo es mi barrera, barrera que se está desmoronando. Estar así hace que tenga cambios y mi madre ya los está notando, no es tonta, me conoce más de lo que quisiera pero, algún día, llegará el momento en el que la podré contar todo y seré la hija más feliz de este planeta incluso si mi madre no me comprende, incluso si me regaña, incluso si me dice cualquier cosa, lo seguiría siendo porque podría contarle a mi madre algo que deseo decirle desde hace mucho.
Bueno, mis rayadas y yo os dejamos por hoy. Espero que seáis más seguros que yo, porque siendo así, como yo, cualquier cosa os puede derrumbar.

sábado, 29 de marzo de 2014

"Sentí el cañón frío de la pistola sobre mi sien, me habían atrapado, había llegado la hora de despedirse de este cruel mundo.
-Al final te atrapamos, Jess-afirmó Bradley con una sonrisa.
Brad llevaba meses persiguiéndome, era la culpable de que su mercancía no llegara a su destino o bien por la policía o porque el conductor de dicho camión sufría algún tipo de percance del cual yo era la principal culpable.
Arqueé una ceja, ¿de verdad creía que había conseguido atraparme él solo, sin ningún tipo de ayuda? Me reí en mi fuero interno, Bradley seguía siendo el mismo chico inocente de siempre, el mismo que había sido mi mejor añigo cuando éramos pequeños y el mismo que cambió de vida después de que su hermano mayor muriera en medio de un tiroteo entre narcotraficantes y decidiera unirse a su bando.
-¿Ya eres feliz?-le pregunté irónicamente.
Bradley me miró enfurecido y me golpeó en la cabeza sin importarle la estrecha relación que habíamos mantenido y lo importante que fui para él y para su hermano.
-¿Te sientes mejor al pegarme?-le comenté mientras me limpiaba el hilillo de sangre que comenzaba a caer por mi nariz.
Bradley se detuvo un momento y pude ver la mirada que me transmitía dulzura y añoranza, la cual había muerto hace tres años. A los segundos negó con la cabeza y se acercó hacia mí, con el cañón de la pistola mirando hacia el suelo. Mientras él se acercaba hacia mí, yo me alejaba, intentando huir.
-¿Me tienes miedo?-se rió Bradley.
Le miré mal. Si supiera que hacia todo esto para ganar tiempo en vez de por tenerle miedo, otro gallo cantaría.
Bradley se paró frente a mí cuando noté sobre mi espalda descubierta el frío material de la pared.
-Ahora no tienes por dónde escapar, por fin no tienes salida-me susurró antes de comenzar a golpearme en el estómago.
Aguanté todos y cada uno de los golpes preguntándome qué le había hecho para que sintiera ese rencor hacia mí.
-¡Esto es por haberte fijado en mi hermano mayor en vez de en mí, por haberle preferido a él antes que a tu mejor amigo, por haberte fijado en alguien atractivo y no en alguien como yo!-me gritó mientras me cogía del pelo y me levantaba a la fuerza del suelo.
Así que era eso, celos. Todo este tiempo atrás, desde que comencé a salir con su hermano, Bradley me había tratado fríamente por su hermano y no por su muerte.
-Todo este tiempo... desde que tu hermano murió..., ¿me has tratado así por no haberte elegido a ti en vez de por su muerte?-le pregunté entre bocanadas de aire.
Bradley me miró con un brillo especial en sus ojos, un brillo que pude identificar como rabia.
-Sabía que mi hermano iba a morir, había planeado todo para que muriera, estaba dentro del narcotráfico antes de que tú y mi estúpido hermano os dierais cuenta y quisierais ayudarme-me contestó mirándome con una sonrisa suficiente, sabiendo que aquella respuesta me iba a doler.
Y, en efecto, esa respuesta me dolió pero me bastó para sacar la fuerza que estaba conteniendo en mi interior y vengarme. Conseguí deshacerme del agarre de Bradley y encajarle un puñetazo en la nariz, haciendo que se tambaleara y pudiera ganar unos segundos de ventaja. Corrí hacia la puerta, estaba herida y no sabía con seguridad si podría reducirle por lo que preferí escapar y esperar a que la policía llegara pero, antes de que llegara a la puerta, noté como algo rozaba mi muslo derecho y hacia que me cayera al suelo y me retorciera de dolor, una bala había alcanzado mi pierna y seguía dentro de ella. La sangre comenzó a brotar rápidamente y no tenía intención de parar.
-Podrás correr todo lo que quieras, golpearme pero nunca serás lo suficientemente fuerte para vencerme-me susurró Bradley desde mi espalda.
Me giré rápidamente, en acción a un impulso, y le encajé una patada en el hombro derecho consiguiendo que la pistola saliera volando y terminara cerca de donde me encontraba. Me arrastré hacia ella y la cogí entre mis manos al mismo tiempo que le apuntaba a la cabeza con ella. Las lágrimas comenzaron a amontonarse en las cuencas de mis ojos, no quería matarle pero él había llevado esto a esta situación.
-Adelante, hazlo-me dijo mientras colocaba las manos en su nuca.
Y, antes de que pudiera decir otra cosa, le disparé hasta que el cargador se quedó sin balas y el cuerpo de Bradley se desangró totalmente. Las lágrimas comenzaron a correr fugazmente por mi cara y mi cuerpo se derrumbó en el suelo al mismo tiempo que la policía llegaba al almacén.
-Todo ha terminado, mi amor, todo, por fin podrás descansar en paz-susurré débilmente antes de caer en un profundo sueño. Un profundo sueño del cual nunca despertaría."


sábado, 22 de marzo de 2014

"Mis pies siguieron el eco de los sonidos de las pisadas que se oían a través de Baker Street. Me detuvo al oír como la conversación cesaba y cada una de las personas tomaba su rumbo. Miré a ambas direcciones y, finalmente, seguí a Erin, la única con la que podría enfrentarme en igualdad de condiciones. La seguí silenciosamente hasta que en Marylebone Road se giró bruscamente y me apuntó con una navaja. Retrocedí un par de pasos y mis sentidos inmediatamente se pusieron a la defensiva.
-¿De verdad creías que no iba a darme cuenta de que nos seguías?-me preguntó con una sonrisa maliciosa.
La miré a los ojos, unos ojos hazel que por el día mostraban a una chica tierna y dulce que por la noche se transformaba en una de las asesinas más buscadas de Reino Unido.
-¿Te comió la lengua el gato? ¿No vas a contestarme?-me volvió a preguntar mientras movía la navaja nerviosamente.
Erin era una adolescente de diecinueve años, de una  familia rica que la unían a lazos sanguíneos con criminales muy importantes de los que formaba parte. Era alta, delgada y, lo más importante, una chica rápida y ágil, algo que no podía decirse de mí, pero uno de sus puntos débiles era la impaciencia y en este momento, la impaciencia estaba a mi favor.
-Pronto mi familia nos rodeara y la peor parada serás tú. Lo sabes, ¿verdad?-me comentó sonriendo.
Hice una mueca, debía admitir que era una criminal sarcástica y con recursos.
Miré hacia todos lados, iba a necesitar algún objeto como arma para poder defenderme de ella. En una esquina vi relucir un objeto puntiaguago y metálico, me lancé hacia él y lo coloqué entre mis manos antes de que Erin reaccionara. Erin abrió los ojos alterada y se lanzó hacia mí con la navaja en lo alto. Esquivé todos y cada uno de los golpes que Erin lanzaba hacia mi cuerpo hasta que vi la oportunidad de herirla. Mi ventaja en el campo de batalla eran mis sentidos y mis reflejos, mi padre siempre me decía que era tan peligrosa como un guepardo y tan sensitiva como una gacela. Él fue el único que me apoyó en mi idea de formar parte de la policía secreta del país y ahora estaba muerto por culpa de la familia de Erin. Erin grunó cuando un hilillo de sangre comenzó a correr desde la parte superior de su muslo por su pierna, me miró con rabia y se lanzó hacia mí, provocando que perdiera el equilibrio y ambas cayéramos al suelo.
-Imbécil-me susurró mientras me daba un puñetazo en la boca.
Mi cabeza rebotó contra el suelo por el golpe y un hilo de sangre comenzó a correr por mi boca mientras el golpe en la cabeza me dejaba atontada en el suelo. Erin quiso clavarme la navaja en el estómago pero antes de que pudiera hacerla la detuve y opuse resistencia hasta que la navaja terminó en el suelo y yo me encontraba sobre Erin en el suelo.
-¡Suéltame!-gritó mientras mis puños se estampaban contra su cuerpo sin medir mi fuerza.
A lo lejos oí los chirridos de unas ruedas al frenar. Levanté la vista y decidí que había terminado con ella por ahora. La miré fijamente y sonreí perversamente
 -Esto aún no ha acabado, ha sido solo el comienzo de tu pesadilla-la susurré y me levanté del suel para salir corriendo de allí y ponerme a salvo antes de que cualquiera de su familia me captu
Hace dos días prometí sobre la tumba de mi padre que iba a hacerles pagar a todos su muerte y no iba a descansar en paz hasta conseguirlo."

domingo, 16 de marzo de 2014

Amor propio

Hay ocasiones en las que notas que no puedes más, estás cansada de todo. Estás cansada de sentirte pequeña, cansada de ser la secundona, la persona a la que no acuden a caso de que la otra les falle; cansada de pensar que todo lo que haces está mal, cansada de sentirte inútil, cansada de sentirte despreciable.
Si eso no os ha pasado nunca he de felicitaros porque a mí me pasa y la verdad, es una mierda. Es un asco sentirte así por el mero hecho de pensar que otras personas son mejores que tú. Sí, habrá en algunas cosas que destacarán más que tú pero también destacas tú mismo en otras. No necesitamos ser iguales para sentirnos queridos, es más, no me canso de repetir que la perfección aburre y que si todos fuéramos iguales significaría que ya no hay imperfecciones en el mundo cuando esas imperfecciones son increíbles para otros.
Puede que no te guste tu cuerpo cuando otra persona, en silencio, lo envidia; puede que la música que compones o las historias que escribes no sean queridas por todos pero si lo serán para otros, puede que tus pinturas solo destaquen entre un grupo determinado de personas pero destacan; puede que tu ropa sea adorada por muchos. Puede que no te guste tu forma de ver las cosas o tu forma de verte a ti misma pero, en cambio, otros la alaben, puede que ese lunar que tanto aborreces en la espalda sea algo que una persona no olvide de ti, puede que esa sonrisa que, según tú, es imperfecta, alegre a algunas personas nada más verlas, puede que con tan solo abrir la boca y escuchar tus palabras algunos se emociones e incluso te aplaudan.
No deberíamos juzgarnos a nosotros mismos, no tan duramente. Hay momentos en el que nos equivocamos, no somos perfectos, pero en esos momentos habrá personas que nos entenderán y es en ellos cuando nos damos cuenta de quién vale la pena en realidad. A veces nos juzgamos a nosotros mismos sin darnos cuenta de que lo que otras personas ven les agrada y que por algo están con nosotros, ¿no? A veces, deberíamos pensar en lo que nos hace bien y nos hace mal e, en el caso de que seamos nosotros mismo lo que nos provoque esas inseguridades, intentar arreglarlo.

viernes, 14 de marzo de 2014

Stop and stare.

Hace bastante tiempo que no me digno a subir una simple entrada o un pequeño comentario aquí , mi vía de escape, pero simplemente no tenía la cabeza para escribir y decidí dejar de hacerlo unos días y hacer otras cosas y, bien, esas cosas fueron pensar en mí y lo que me rodea. Soy la típica chica que se pregunta el por qué a todo y que sin él no le encuentra sentido a nada. Sí, puede parecer estúpido pero para mi sentido común nada se hace porque sí, nada se da gratis, nada. A veces he oído el típico comentario "Lo hace porque la quiere" o "Le apetece hacerlo" y me miran como si fuera un bicho raro por buscarle sentido a todo. Bueno, esos dos comentarios tienen la respuesta que busco pero, en ocasiones, hacemos cosas que no tienen ningún motivo o explicación con las cuales sufrimos.
Sinceramente, el sufrimiento es una sensación abstracta y relativa. Sí, relativa ya que cada uno se busca su propio sufrimiento. Si sufres por un chico lo haces porque te has fijado en él y no quieres quitártelo de la cabeza, en cambio, si lo haces por una enfermedad que padeces es algo que no puedes evitar. Pero, como todo, el sufrimiento acabar en el momento en el que lo decidas por ti mismo.
Estas semanas he estado pensando sobre lo que ocurría a mi alrededor y cómo me sentía y llegué a la conclusión de que, en el fondo, me siento vacía en el sentido psicológicos. Me siento vacía porque siento como si no fuera lo suficiente para las personas que me rodean, porque siento que haciendo lo que me gusta hay gente que siempre va a brillar más que yo, porque siento que tendría que valorarme más pero no lo hago. En definitiva, me siento vacía porque llevo unas semanas en las que no soy yo. No soy la chica risueña y alegre, no soy la persona que se picaba cada dos por tres y se reía, no soy aquella muchacha que le gustaba dar mimos, ahora me los tienen que dar a mí para que yo los de. Hay cosas en mí que han cambiado y han cambiado por la forma en la que veo las cosas y, más importante, por cómo me veo a mí misma.
Son cosas que tengo que cambiar, lo sé, pero por más que la gente o mis amigos me digan que tengo que hacerlo no puedo. Es algo que tiene que salir de mí, algo que va a salir muy pronto porque estoy cansada de estar así. Estoy cansada de ser una persona con cambios de humor cada dos por tres, estoy cansada de no soportar a las parejas, estoy cansada de no ser yo y, sobre todo, esto cansada de sentirme vací.
Por eso, en algunos momentos, necesito parar y observar como ahora.

martes, 25 de febrero de 2014

Hay momentos en los que pienso que ya es suficiente, que no me merezco "sufrir" por pensar todo el día en ese tema, que debo dejarlo estar y esperar a que el tiempo defina si va a pasar algo pero no puedo, aunque lo quiera con todas mis fuerzas, no puedo dejar de pensar en ese tema.
Para empezar el tiempo y yo no solemos ponernos de acuerdo, yo suelo ir demasiado deprisa y él es demasiado tranquilo y tarda en llegar. Después viene otro problema, soy de ese tipo de personas para las que todo tiene significado u origen, pienso que nada pasa porque sí o por algo inexplicable, y al no encontrar el origen de la causa del problema la busco aunque no quiero o intente evitarlo. Y, por última, sé cual es la causa pero no quiero reconocerla por algo muy simple, el miedo.
No me considero alguien valiente o cobarde, ya que para mí todos somos valientes o cobardes dependiendo a lo que nos enfrentemos, pero sí me considero una persona a la que le cuesta admitir las cosas cuando sabe que, pase lo que pase, va a sentir dolor y en este caso lo voy a sentir.
Un día, no hace mucho, mi tía me dijo que alguna vez llegaría el día en el que comenzaría a interesarme por este tema y que habría algo o alguien que llamaría mi atención. También me dijo que, cuando eso ocurriera, tenía que confiar en mí misma y hacer todo lo posible, si es lo que quiero, por luchar en conseguirlo porque podría llegar otro u otra y quitármelo sin ser mío. Me explico que cuando lo perdiera me dolería pero que lo superaría porque al final me daría cuenta de que lo había intentado y había conseguido algo.
En estos momentos me encuentro en un punto neutro de la partida, no sé que hacer ni qué pensar, no sé cómo reaccionar, no sé que sentir y, lo más importante, no sé si lo que siento es lo correcto. Sí, siempre he oído y leído que a veces lo que sentimos no es lo correcto pero aún así no podemos evitarlo, pero no me gusta sentir eso, no cuando soy una persona un tanto controladora con lo que piensa. No sé a quién contárselo, no sé cómo averiguarlo, no sé cómo hacer algo. Es triste, o así lo siento, ya que me hace sentir tonta e inútil no saber qué hacer pero esto se debe a mis inseguridades. Esas inseguridades deberían borrarse de mi mente, pensar que soy alguien normal para dejar de tratarme como si fuera una mierda y aunque no lo parezca, en ocasiones, sigo pensando que soy así.
Todo lo que siento ahora mismo, los pensamientos que se me vienen a la cabeza, se encuentran liados entre sí y no dejan paso a ninguna sílaba para que pueda salir por mi boca y es una mierda porque no consigo expresarme tal y como quiero.